En 2007, Antonio (Nombre ficticio) tenía un salario que no era malo acorde a la realidad del país; a los $700 dólares que ganaba mensuales le sumaba horas extras y depreciación de su vehículo. Aparte, ejercía su profesión y le apasionaba lo que hacía, pero estaba a miles de kilómetros de la felicidad.
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