La mujer que dejó tocar sus partes íntimas como parte de un experimento


La mujer dejó tocar sus pechos y su vagina por 30 segundos a todos los que quisieran tocarla.

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“Sentí muchas manos tocando mi pecho, mi entrepierna. Luego, de repente, una multitud me arrancó la ropa, dejando mi torso al aire. Y me violaron”, es una de las muchas declaraciones que hacen las más de 516 mujeres que fueron víctimas de agresión sexual en el año nuevo de este 2016.

Milo Moiré, es una de las mujeres más reconocidas en el ambiente artístico, y realizo un proyecto que llamó “La caja de espejos”, en el cual salió desnuda casi por completo por las calles usando solamente unas cajas que contenían espejos, caminó por algunas de las ciudades más importantes en Londres, con su original estructura hecha por espejos que cubrían su cuerpo, y con un megáfono llamaba la atención de aquellos que paseaban por el lugar y después los invitaba a meter sus manos en la caja y tocar sus pechos o su vagina por un periodo de 30 segundos.


Con este experimento, la artista pretendía mostrar la libertad del deseo sexual femenino que les da a ellas una voz. Una metáfora visual del cambio de roles del voyeur y el objeto que se mira: cada que un hombre metía las manos para tocarla, veía su reflejo en los espejos. Ese instante que pretendía ser placentero y desatar el deseo, se convertía en un momento incómodo en el que ella los observaba con detenimiento mientras ellos introducían sus manos en la caja.

La tocó todo tipo de hombres e incluso mujeres, unos con delicadeza, sentían sus pechos, otros más, sin ningún tipo de cuidado, jalaban sus pezones o estrujaban su busto. En cuanto a la vagina, antes de que cada participante metiera sus manos, la artista puso un poco de desinfectante en ellas para que no contrajera algún tipo de infección, luego, viéndolos directamente mientras metían su mano, algunos intentaban masturbarla, otros metían algunos dedos dentro su vagina para sentirla profundamente, y algunos más sólo acariciaban sus labios con cuidado.

Este experimento lo realizó como parte de la protesta contra de los ataques masivos ocurridos en Colonia, en el que más de mil mujeres sufrieron violencia sexual por un grupo de hombres que hasta la fecha no ha sido identificado. La artista buscaba denunciar y darle un simbolismo a la “naturaleza consensual” de estos actos. Ella le dio a cada participante 30 segundos y permaneció ahí sin ningún problema parada en medio de calles, donde la circulación masiva de gente es cosa de todos los días, luchaba por los derechos de las mujeres y las determinaciones sexuales de las mismas.

Las mujeres, aseguraba, tienen su sexualidad del mismo modo que la poseen los hombres. Cada una debe decidir cómo y cuándo quiere ser tocada o, por otro lado, en qué momento este acto puede convertirse en violencia.
Fue arrestada poco después de que comenzó su experimento en la plaza Trafalgar de Londres y la obligaron a pasar 24 horas en prisión.